Esas otras viajeras
Son tan pequeñas que apenas repararíamos en ellas mientras esperamos para tomar nuestro vuelo. No necesitan presentar su visado ni la tarjeta de embarque pues todo ello está escrito en sus genes. Y tampoco suelen facturar porque acostumbran a ir ligeras de equipaje. No son invisibles, pero apenas las vemos. Y sin embargo vuelan, vuelan mucho, más y mejor que todos nosotros. Las aves, esas viejas amigas que llevan surcando el cielo desde mucho antes que el hombre se alzase sobre la tierra. Tal vez las que nos despertaron el sueño de viajar. Las mismas que marcaron el rumbo a seguir a los primeros navegantes perdidos. Una especie diseñada especialmente para ver el mundo en toda su amplitud. Y aunque están aquí, con nosotros, en cualquier lugar del planeta, ¿por qué apenas las advertimos?
Quien se conceda, por momentos, aminorar el frenético ritmo de vida al que nos hemos acostumbrado para reparar en nuestras ocasionales vecinas recibirá diversos y valiosos regalos:
- para su salud; bien sea ejercitando el corazón en las caminatas o avivando la agudeza visual desde el balcón de casa.
- para su intelecto; ejercitando la concentración, la memoria o la capacidad de análisis.
- Para los sentidos; dejándose embelesar por esa mancha de color fugaz que dibuja una estela en el paisaje, o por un diálogo de voces que de árbol a árbol nos abstraiga del mundo como al monje Ero, de la famosa leyenda.
Armenteira no es mal lugar para pasear el río escuchando pajarillos, mas el buen viajero que practica el arte de observar, estará de suerte si se acerca hasta Galicia, un destacado destino entre los amantes del Bird Watching, ya que la variedad de espacios en la que podemos aproximarnos al mundo de las aves es extraordinaria: marismas, prados, montañas, 'brañas', valles y cañones fluviales, playas...
Este enclave europeo, con su clima atlántico suave y la cercanía al continente africano, se convierte periódicamente, año tras año, en el escenario natural de multitud de especies migratorias que recalan en nuestros campos y costas para quedarse o descansar mientras cruzan nuestro territorio de camino a casa. Cualquiera que sienta la llamada de lo salvaje, que disfrute el placer de estar en la naturaleza y de leer en ella como en una obra de arte, podrá descubrir en Galicia infinidad de rincones donde practicar esta experiencia.
Lagunas de nombres evocadores como Antela, Cospeito, Caque, A Fouxeira, Vixán, Xarfas, Bodeira...
Espacios intermareales de Ortigueira-Ladrido, Umia-Grove, ría del Eo, el estuario del río Miño, en A Guardia y su hermano menor, pero no menos hermoso el Miñor en A Ramallosa, la ensenada de S. Simón, O Carreirón...
Sierras como las del Macizo Central, Xistral, Enciña de Lastra, Ancares, Xurés, Eixe o Courel.
Los paisajes abiertos de Terra Chá y A Limia.
Cabos adentrándose en el océano, donde entrenar la mirada hasta distinguir si esos puntitos que pasan hacia la línea del horizonte son págalos, pardelas, negrones o paíños.
Se hace difícil elegir entre tanta belleza: Prior, Ortegal, Vilán, Silleiro, Touriñán, pero quizá el paraíso ornitológico de Galicia sea Estaca de Bares.
La estación ornitológica de Bares es un lugar muy apreciado por naturalistas de todo el mundo pues es uno de los mejores puntos de observación de aves en Europa. El paso migratorio de septiembre a diciembre es espectacular, pues aquí convergen varias rutas migratorias de especies procedentes tanto de África como del Norte de Europa y por allí pueden avistarse cuando los vientos son propicios, aves de lugares tan lejanos como Terranova, Sudáfrica o la Antártida, de Siberia, Canadá o Chile. Charranes, frailecillos, págalos, fumareles, negrones, gaviotas y pardelas de diferentes especies, miles de alcatraces...
Si aun así, los fuertes vientos y estos señuelos no acaba de seducir a algún posible compañero de viaje, Bares tiene mucho más que ofrecer. Háblenle de sus escarpados acantilados, de la manchas de flores de matorral estallando contra el azul inmenso, del paso de los cetáceos, de sus hermosas playas y su gastronomía y no podrán resistirse a acompañarles.
Otro atractivo de 'pajarear` en Galicia es la generosidad de muchos de algunos de sus más reconocidos ornitólogos, siempre dispuestos a compartir su pasión, tanto para ilustrar a los curiosos que nos acercamos por primera vez a este mundo, como para compartir sus estudios y hallazgos con la comunidad científica.
Uno de ellos es Antonio Sandoval, ornitólogo, divulgador y excelente comunicador que nos regala en su libro ¿Para qué sirven las aves?, un canto al disfrute de la naturaleza.
Y si son Vds. de esos viajeros a los que les gusta adelantarse a los que van a encontrar en destino, no se pierdan los trabajos y consejos de Xabier Vázquez Pumariño y Cosme Damián Romay, como primera toma de contacto.
Una advertencia:
La afición a la ornitología es altamente adictiva. ¡Avisados quedan!