¿Por qué la conocemos como Costa da Morte?
Cuando pensamos en Galicia, en nuestra mente se filtran imágenes de meigas, magia, naturaleza y lluvia… En estas tierras donde el misticismo de la propia idiosincrasia da origen a grandes leyendas y mitos, nos encontraremos con esta costa tan peligrosa como mágica.
No debemos olvidar que nos encontramos en pleno Océano Atlántico. Su costa escarpada fue esculpida por el oleaje y el viento durante milenios, lo que la convierte en una zona peligrosa para navegar, de ahí que incluso para la población local sea motivo de precaución y respeto hacerse a la mar. Numerosos naufragios se sucedieron en el tiempo, fruto de las fuertes corrientes, el gran oleaje, la cegadora niebla y las traicioneras rocas que, en demasiadas ocasiones, acabaron con la vida de innumerables navegantes.
Los naufragios dieron nombre a la costa, pero ¿quién bautizó estas tierras? Se dice que el pueblo cartaginés comenzó a asentar la leyenda de estas oscuras aguas repletas de bestias marinas y monstruos que atacaban a todo marinero. Se buscaba persuadir a los romanos de la navegación por la costa atlántica, y perpetuar así su monopolio de estaño, apoyándose en la propia idea del “finis terrae”, actual Fisterra, lugar donde se asentaba la antigua creencia de que se ponía el sol para desaparecer en el final del mundo conocido. Por esta razón se veía a sus propios habitantes como un atajo de inhumanos saqueadores y asesinos, persuadiendo así a extranjeros del contacto con estas gentes.
Otras vertientes de pensamiento iluminan la idea de que el término surge como nomenclatura despectiva por parte de los pobladores del interior de la antigua Gallaecia, acrecentando la rivalidad entre ambas zonas y pinchando la herida dejada por los difuntos fallecidos en la Costa da Morte.
Saliéndonos un poco de leyendas, hay una historia en particular que dejó una visible huella en forma de cementerio en la zona de Camariñas. Comenzaba el mes de Noviembre de 1890, cuando un barco de vapor inglés que se dirigía a la India se topó con un fortísimo temporal, chocó contra la Punta do Boi y obligó a sus 175 pasajeros a luchar por sobrevivir. Los cuerpos sin vida fueron llegando a la costa y, de todo el pasaje, solo lograron sobrevivir tres personas. Los supervivientes y la propia población local aunaron fuerzas para dar sepultura a los fallecidos. Se construyó un cementerio, conocido hoy en día como “Cementerio de los Ingleses”.
Por iluminar en números la peligrosidad de estos cerca de 100 km de costa, podemos saber de unos 450 naufragios desde la Edad Media. Sumando estos a otros tantos sin época tasada, nos dará sobre unos 923 naufragios e innumerables fallecidos. Como es lógico, a lo largo del litoral encontraremos numerosos faros que ayudarán a las distintas embarcaciones en su transcurso por la costa gallega.
La Costa da Morte es mágica y única, y posee unos encantos paisajísticos fuera de lo común. Es más que recomendable perderse a lo largo de los escarpados acantilados y poder respirar una bocanada de aire mientras vemos la puesta de sol en el fin del mundo. Desde ArtNatura les aconsejamos que no dejen pasar la oportunidad de hacer una excursión tanto a la Costa da Morte como a Fisterra, y poder así meterse en la piel de los numerosos exploradores, habitantes y marineros que tuvieron la valentía u osadía de enfrentarse a los elementos y verse cara a cara con la propia naturaleza salvaje y el encanto de sus gentes.