El culto a las piedras de Muxía
Es ya en en siglo XII cuando se erige la primera ermita situada en el extremo de la península, donde se asienta Muxía. Sin embargo, este punto ya era con anterioridad un lugar de culto pagano, apoyado por la existencia de restos castreños, el cual se logra cristianizar con la construcción de lo que hoy es el Santuario de Nosa Señora da Barca.
De este culto precristiano han pervivido varios rituales y leyendas que rodean al santuario, siendo las piedras objeto de culto y simbolismo ya para religiones anteriores que veneraban las fuerzas de la naturaleza, las protagonistas de este espacio.
Así, hoy en día contamos con piedras como la de Abalar, megalito triangular de 9 metros de largo que cuenta con la curiosidad de que "abala" (se balancea) cuando la gente se sube en ella, emitiendo un ligero sonido ronco. La tradición cuenta que este movimiento se produce cuando las personas que se suben en ella son inocentes de pecados. Son numerosas las leyendas y propiedades que se le atribuyen. Entre ellas, se dice que en una ocasión que quisieron robar en el Santuario de la Barca, la piedra comenzó a abalar tan fuerte que con su sonido despertó a todos los vecinos, asustando a los ladrones. Sin embargo, un temporal en el año 1978 la desplazó de sitio y perdió mucho movimiento. Posteriormente, resultó dañada y perdió una de sus puntas.
Otras, como la “Pedra dos Cadrís”, en forma de riñón, llevan consigo la realización de rituales. En este caso, debido a las propiedades curativas que se le atribuyen, los romeros deben de pasar nueve veces bajo ella para curar sus dolencias reumáticas y de riñones según dice la tradición. Otro aspecto interesante es que ha sido cristianizada en torno a la figura de la Virgen María y ya se sabe que, tras muchos de sus cultos en torno a la "Madre", se esconden otros mucho más antiguos que nos remontan, si tiramos del hilo, hasta los propios cultos a la Madre Tierra.
Con esta cristianización surgen más leyendas. La principal, y por la que se construye este santuario, es la que cuenta como la Virgen acude en barca hasta este punto para infundirle ánimos al apóstol Santiago durante su predicación por Hispania. De esta manera, las piedras que rodean este pequeño templo se interpretan como las diferentes partes de su barca: la embarcación (Pedra de Abalar), la vela (Pedra dos Cadrís), y el timón (Pedra do Timón).
Para entender mejor la sacralidad de este lugar de culto, os dejamos la leyenda original:
“Durante las predicaciones del Apóstol por la Comarca Ártabra, después de que por medio de su intercesión la ciudad de Duio (Comarca de Finisterre) quedase sumergida, desapareciendo todos sus habitantes, como castigo por desoír las predicaciones de Santiago y rendir el culto al sol, se retiró a la solitaria comarca de Muxía y allí, en la Punta de Xaviña se paró para rezar y suplicar al señor con la intención de que las gentes cesasen con su hostilidad con la que era acogida su predicación.
De repente el apóstol observa una barca misteriosa que se acerca a la orilla y en ella contempla a la Virgen llena de hermosura y majestuosidad. La Virgen le infunde ánimos al apóstol y le comunica el éxito de sus predicaciones en nuestra Tierra, ordenándole que regrese a Jerusalén, ya que su misión en esta tierra estaba cumplida. La embarcación en la que llegó la Virgen a la Punta de Xaviña era de piedra, igual que la vela y el timón, quedando allí depositadas. “