Sargadelos, cerámica gallega con más de dos siglos de historia.
A muchos les resultará familiar el diseño de la cerámica de Sargadelos, ya que a lo largo de sus más de 200 años de historia se ha convertido no sólo en un souvenir típico de Galicia sino en un símbolo de identidad y cultura gallega. Pero cómo surge esta marca?
Sus inicios se remontan a principios del siglo XIX debido a la iniciativa ilustrada de Antonio Raimundo Ibáñez, quién funda la primera fábrica de loza en Galicia en 1806, en el marco de la Primera Revolución Industrial en España.
El proyecto le permitió a Raimundo Ibáñez desarrollar su gusto refinado por las Artes Plásticas al mismo tiempo que aprovechar la oportunidad de mercado que supuso el cese de las importaciones de loza “Bristol” inglesas. A favor de esta iniciativa, tuvo parte de su infraestructura siderúrgica y, sobre todo, la calidad sobresaliente de los yacimientos de caolines existentes en las proximidades de Sargadelos.
Debido a este cese de importación de loza británica, los diseños de esta época inicial eran de color blanco, con esmalte brillante, inspirándose en la cerámica inglesa de Bristol y pintadas a mano. Sobresalen principalmente las placas, floreros y jarrones diseñados en este estilo neoclásico.
Alrededor de 1835, se apostó por las primeras pruebas de estampación y policromía, y las vajillas y muchas otras piezas como relojes y candelabros (frecuentemente de inspiración neogótica) siguieron saliendo en blanco, así como las placas con motivos mitológicos o religiosos. Hacia 1838 fue cuando empezó un cambio en la producción; se hicieron las primeras estampaciones con temas populares gallegos y empezaron a salir algunas vajillas con estampación de flores alemanas.
Una década más tarde aproximadamente, en el 1845, Luis de la Riva y Cía, de Santiago de Compostela, arrenda la administración de Sargadelos a la familia Ibáñez. En ese año comienza su época de mayor esplendor, alcanzando una calidad mayor y desarrollando nuevas variedades de vajillas. Se introdujo en esta etapa la llamada loza china opaca, decorada con motivos florales estampados en sepia y castaño y pintados con pincel en tonos verdes, azules, amarillos y rosas.
Sin embargo, en 1862 la dirección de la empresa vuelve a los Ibáñez, y a partir de entonces sufre una gran decadencia ocasionada por sus pleitos familiares, hasta llegar a su cierre en 1875.
A pesar de esto, la huella que dejó en la sociedad posibilitó la recuperación de su legado en 1949, mediante el proyecto de recuperación económica y cultural de Galicia liderado por Díaz Pardo y Luis Seoane, personajes de gran relevancia dentro de la cultura gallega. Se recupera así en 1968 la antigua factoría de Cervo (Lugo) y se constituye la sociedad de cerámica de Sargadelos.
En esta nueva etapa, la marca se convierte a través de su calidad artística y diseños innovadores, en un referente icónico para toda Galicia. Se dio importancia a las formas clásicas incorporando también nuevas formas vanguardistas diseñadas por Luis Seoane. Tuvieron especial interés los retratos de personajes célebres de las letras y el arte o incluso personajes del medioevo como el Maestro Mateo, el obispo Gelmírez o la popular heroína, María Pita.
Hoy en día, los diseños más habituales y populares son aquellos motivos abstracto-geométricos tomados del románico y del barroco gallegos, o las formas que, de algún modo, guardan un paralelismo con el simbolismo formal del arte románico, muy presente en nuestras tierras.